Saturday, August 22, 2009

acá, a fines del año pasado, puse una cosita de la rotisería "tía doris" y su perro "refusilo".

la tía doris es paraguaya y vive en el mismo edificio, en mi piso. hace un par de semanas volvía de caminar, tipo tres y media de la mañana. salgo del ascensor y veo que en el pasillo, contra el piso y de la puerta del departamento de la tía doris (señalado en la foto) salen dos piernas, visibles a partir de las rodillas. los pies se mueven despacito, el cuerpo está boca abajo. cagamos, digo, tuvo un infarto o similar. me acerco, la mujer murmura algo. el departamento está completamente a oscuras, pero con la luz del pasillo alcanzo a ver que tiene un brazo extendido hacia adelante. me agacho para escuchar mejor y distingo:
-refu... refu...
desde algún lugar de la oscuridad, el perro gruñe despacito. le pregunto a la señora si necesita algo, ella no parce enterarse. le vuelvo a preguntar, en voz más alta. ella se da vuelta torpemente y me mira. sonríe en clara actitud de cortesía. tiene los ojos abiertos pero es como si estuviera viendo otra cosa, a otra distancia focal. "no, no, estoy bien", susurra, y de nuevo se pone boca abajo.

ah, y otra del ascensor, ésta me pasó antes de anoche: yo subo en planta baja con mis humildes empanaditas en la mano. junto conmigo, sube un petiso de sobretodo azul. me enderezo, apoyándome en la pared del ascensor (sigo luchando con la contractura del sábado pasado). el petiso me dice "epa, que altura compañero". yo lo miro y le contesto con un gesto tipo "ahá". el petiso sigue:
-yo conozco a un muchacho muy alto. lo atropelló un auto, y le tuvieron que cortar las piernas a la altura de las rodillas.
sonríe y mueve las manos simulando el movimiento de una sierrita.
-ahora anda muy bien. tiene su silla de ruedas y se maneja, chocho...

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