Saturday, September 10, 2005

soy una vieja quejosa barriendo la vereda en pantuflas. mi lucidez es implacable, mi escoba pesa veinte toneladas.


estoy buscando cosas para contarles pero no encuentro porque estos días mi vida ha transcurrido casi totalmente en la facultad y el lunes hubo elecciones de decano, y no puedo cronicar mucho las acciones transcurridas en esa fiesta de la democracia. porque de vez en cuando algunos miembros de la querida familia tecnológica leen esto. en varios momentos de este tiempo, casi sentía que la banda de sonido de algunas conversaciones era ese tema de scott joplin de la película “el golpe”: ta-tarata-ta-ta-ta-taa, ta-ra-ra-ra ta ra tararaaaaaaa o algo asi. me acordé un par de veces de una cosa que dije hace un tiempo: a mi de la gente no me molesta tanto que exista como que se manifieste.

permanentemente al lado mío, titila una lucecita: lo batt, lo batt, lo batt. en función de eso hago la típica: voy a la biblioteca a buscar algo interesante para poner. esto es de la soberbia “como un guante de seda forjado en hierro” del frecuentemente genial daniel clowes. clay, el protagonista está afuera de un retrete, esperando para consultar a una especie de oráculo. desde adentro se escucha:
-...pero en tu caso es probable que el picor se deba a sequedad en la piel... compra una buena loción hidratante... en cuanto a tu segunda pregunta, el único crimen de que serías culpable es asesinato en algún grado. no hay leyes concretas en este estado para regular la taxidermia, curtimiento y uso de títeres.


“después, durante los dos años que pasé internado en santa clara de ypacaraí ocupé gran parte del tiempo entre electroshocks en darle vueltas al asunto. y llegué a pensar que era un caso extrañísimo de supervivencia en un medio ambiente hostil. extrañísimo no por casualidad, sino porque poseía sorprendentes capacidades de adaptación a un mundo al que no pertenecía en lo absoluto. era como si vos, humano, aparecieras de repente, desnudo, en el ártico, pero en una situación rara, ponele que a los osos polares les diera asco comer tu carne y a vos no te gustara comer carne de zorro polar o foca, que pudieras sobrevivir comiendo hielo, y que sufrieras el frío pero no te murieras. nada de lo que huir, nada que apetecer. cuando me miro en ésa época me caigo muy simpático, usaba mucho la palabra ‘limpiarme’ para hablar del acto que me libraría de ese aburrimiento”
(de la autobiografía de antonio de melli, “la vez que me vienen a buscar yo no estaba”, editorial anagrama, serie nueva narrativa paraguaya, 1983).

y bueno amigos, datsol. me voy cantando bajito: “...in the desert, you can remember your name…” (américa, a horse of no name)

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