Wednesday, February 09, 2005

tres momentos de la tarde de hoy

12:50
-...y si quiere que le diga lo peor de todo, la frutilla pervertida sobre la torta pervertida, es que en el fondo me caigo simpático cuando hago cosas como éstas.
-bueno, creo que la seguimos la semana que viene, ¿eh?.
la sesión duró más de quince y menos de veinte minutos. salí de lo de mi analista y me fui a tomar el colectivo y crucé general paz sin darme cuenta de que el semáforo estaba en rojo. nótese que no dije “comencé a cruzar la calle” o “intenté cruzar la calle”. no me pregunten cómo hice, pero la crucé sin apurar el paso ni mirar los autos que, claro, pasaban finito al lado mío.


18:10
escapándome del trabajo vía cantina del segundo piso, me encontré con g., mi ex profesora de termodinámica, jefa del laboratorio de química de la facultad y una de las personas más piolas que conozco (entre otras cosas, expulsada de la universidad durante la dictadura). era la primera vez que la veía desde diciembre. en los años que la conozco, nunca le había visto una cara tan contenta como la que traía ahora. la saludé y después de intercambiar un par de frases le dije:
-ingeniera, permítame decirle que la veo muy bien.
ella estaba sentada en una mesa con otra persona del laboratorio. se miraron sonriendo y me dijo:
-sos la tercera persona que lo sabe: vengo a pedir que me den de baja. renuncio.
nos miramos y me sonrió. yo siempre la traté como a una tía divina pero delante de la cual no se dicen malas palabras. sin embargo la complicidad de su mirada y la sabia alegría de su sonrisa no me dejaron otra. le devolví la sonrisa y le dije:
-qué hija de puta.
ella asintió, sonriendo todavía más ampliamente.


19:05
caminé desde ciudad universitaria hasta el centro y pasé por el bar de la cañada. me lo encontré al pájaro y nos tomamos una cerveza. nos pusimos al tanto de nuestras novedades: yo le conté de la terrible cáscara de banana que pisé este verano. después le dije que lo veía mejor (era cierto). me contó que estaba viendo si llovía porque si llovía se quedaba a dormir en el bar porque en la pieza del lavadero de autos que cuida se llovía igual que afuera. que había pegado un laburo de pintar departamentos, que tenía trabajo hasta el jueves y ya tenía plata para tirar toda la semana que viene.
-y mirá encima, lo que me encontré en un tacho de basura.
del bolso sacó un radiograbador del año de la poronga.
-le falta el cable, pero ya le voy a comprar uno. y aparte me encontré un cinto. de primera.

ahora son las once de la noche y escribo esto mientras me fumo uno de los últimos caños que me quedan y escucho fine young cannibals (tengo un 20 grandes éxitos) y llueve y yo no pienso en nada, mentira las últimas cinco palabras.

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