Thursday, February 03, 2005

estalló el otoño


todos esos años me alimenté con comida envenenada. comida manchada de sangre. ropa manchada de sangre, juguetes manchados de sangre, útiles escolares manchados de sangre, vacaciones manchadas de sangre. el sabor de la sangre no deja de envejecer, pero es retroactivo y permanente. todavía lo siento, y no sé si deje de sentirlo algún día. lo impregna, lo envuelve todo. nada puede llegar a mí sin mancharse.
el mundo no perdona los crímenes que se han cometido en contra de uno. pero es a uno, precisamente, a quien no se los perdona.

capaz que tendría que empezar a levantarme a las cuatro de la tarde. ah, es mi último día de vacaciones, cierto. bueno, el año que viene, capaz.

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